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Reportajes: Angela Carrasco

El Lazarillo de Tormes renace en las manos de El Brujo en el Reina Sofía de Benavente

Reportajes: Angela Carrasco Lunes, 20 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:

“Los clásicos no envejecen, solo esperan a un actor con alma para volver a respirar.” — Anónimo teatral

 

 

El talento y la agudeza de Rafael Álvarez Núñez (conocido artísticamente como El Brujo), lograron mantener al público completamente enganchado a la historia. La representación de “El Lazarillo de Tormes” que presenciamos anoche fue, sin duda, peculiar y fascinante.

 

Desde su entrada en escena, con sus inconfundibles zapatillas blancas —sustitutas simbólicas de las albarcas o rústicos zapatos de cuero propios del siglo XVI—, el actor ya anunciaba que esta no sería una versión clásica.

 

Mientras sonaba suavemente una antigua tonada española, Ay, que soy tamborilero”, el público comprendió que estaba ante una lectura personal, íntima, humorística y moderna del célebre texto anónimo.

 

Un Lazarillo más maduro que el original, convertido ahora en pregonero de su propia historia, se dirigía al público con humor y lucidez.

 

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La escenografía fue mínima: un bastón largo, un porrón, algunas velas, un arca, y una banqueta. No mucho más.  Sin embargo, la sobriedad del espacio escénico contrastaba con la enorme energía que El Brujo desplegaba. Su capacidad para mantener la atención total del público fue, sin duda, el mayor logro de la noche.

 

En varios momentos, el actor introdujo guiños improvisados que rompían la cuarta pared. Con su espontáneo “Vente, vente, vente a Benavente”, logró conectar emocionalmente con los espectadores del municipio, provocando risas cómplices y una sensación de cercanía que convirtió la función en una experiencia compartida.

 

La adaptación —basada en la versión de Fernando Fernán Gómez— rescató varios  episodios emblemáticos: la relación del joven Lázaro con el ciego mendicante; su paso por la casa del clérigo avaro; su encuentro con el caballero hidalgo; su despertar como pícaro que aprende, golpe a golpe, el valor de la supervivencia; y, finalmente, su vida en la casa del Arcipreste, donde hace la vista gorda ante la infidelidad de su esposa, consolidando así la astucia y la adaptación como herramientas de supervivencia en un mundo lleno de engaños.

 

El Brujo jugó constantemente con los tiempos y los planos: en el escenario conviven el Lazarillo y el propio actor, alternando sin rupturas entre ambos. Habló tanto para quienes conocen la obra como para quienes se acercan a ella por primera vez.

 

Y en ese tránsito entre el pasado y el presente, introdujo guiños contemporáneos, críticas sociales y reflexiones sobre la actualidad. Desde la hambruna de Gaza y Cuba, las últimas acciones en redes del presidente norteamericano Donald Trump ante la crítica de sus propios conciudadanos, sus referencias actualizaron el espíritu satírico de la novela picaresca, recordando que el hambre, la desigualdad y la exclusión siguen siendo parte de nuestra historia como humanidad.

 

[Img #227227]

 

El humor es fue gran herramienta. Cada ironía, cada comentario improvisado provocó la risa cómplice del público, que respondió con carcajadas y aplausos. En una de las escenas más celebradas, El Brujo invitó al público a participar mediante la onomatopeya, convirtiéndolo simbólicamente en el arca del pan que el Lazarillo abría y cerraba sigilosamente. Aquella interacción, sencilla y brillante, transformó la sala en un auténtico espacio teatral vivo.

 

La iluminación, puntual y precisa, se convirtió en un tercer personaje, acompañando los matices del relato y los cambios de tono del actor, destacando el actor en varias ocasiones el trabajo de Oscar, el técnico de luces.

 

Ya en el cierre, entre ovaciones y aplausos de pie, Rafael Álvarez “El Brujo” recordó emocionado la primera vez que presentó esta obra, en 1992, y su primera presentación en el escenario del Reina Sofía en el 2014. Con gratitud, dedicó la función a todos los presentes y dejó una frase que resume la esencia de su Lazarillo:

 

“Esta obra nos recuerda algo muy simple y muy grande: vivir sin miedo.”

 

 Ficha Artística

  • Versión: Fernando Fernán Gómez
  • Dirección: Rafael Álvarez
  • Reparto: Rafael Álvarez, El Brujo
  • Iluminación: Gerardo Malla
  • Vestuario: Lola La Moda
  • Espacio Sonoro: Javier Alejano
  • Caracterización: José Antonio Sánchez
  • Producción: Producciones El Brujo
  • Directora de Producción: Herminia Pascual
  • Jefe Técnico: Oskar Adiego
  • Duración: 1 hora y 30 minutos (sin intermedio)

 

 

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